En el verano de 2014, cuando tenía 19 años y era estudiante universitario en Londres, viajé a Irán para visitar a unos familiares. En aquel momento yo era ciudadano de Irán, Finlandia y el Reino Unido. Poco después de mi llegada, me preguntaron sobre mi participación en la política local británica como joven conservador, así como sobre mis viajes tanto a Estados Unidos como a Israel como estudiante de intercambio. Aunque no estaba involucrado ni interesado en los asuntos iraníes, ahora me percibían como “un infiltrado”, me trataban como una amenaza a la seguridad nacional y me decían que no podía salir del país.

En 2016, fui arrestado por cargos falsos de espionaje para el MI6 y supuesta “infiltración” del sistema político iraní. Detrás de estas ridículas acusaciones de seguridad nacional, Irán estaba cometiendo el delito de toma de rehenes al utilizarme a mí –y a varios otros iraníes con doble nacionalidad– como peón político en sus tangos diplomáticos con Occidente.

El entorno hostil en el que mis captores me retuvieron en la prisión de Evin tenía como objetivo desempoderarme y deshumanizarme por completo; Con frecuencia me amenazaron con ejecutarme, privarme del sueño, abandonarme sin comida en mi celda solitaria y colocarme en posiciones estresantes como castigo. Esto significaba que no tenía más remedio que obedecer las reglas de mis captores o sufriría.

Cuando llegó el día de mi liberación, mis captores no quisieron informarme. La incertidumbre y la imprevisibilidad del cautiverio fueron parte de la tortura psicológica infligida. Querían ejercer poder y control sobre nuestros destinos hasta el último minuto del cautiverio. Durante mi traslado fuera de prisión, no tenía idea de adónde me llevaban. De hecho, dada la cantidad de amenazas que sufría con frecuencia, a menudo me paralizaba el miedo de que me pudieran atacar o matar en cualquier momento.

En las últimas semanas se han renovado los esfuerzos por detener los combates entre Israel y Hamas a cambio de la liberación de los rehenes en poder del grupo militante palestino. Como alguien que conoce de primera mano el tormento de ser cautivo, aunque en circunstancias diferentes, espero fervientemente que las partes lleguen a un acuerdo para liberar a más personas retenidas y encontrar una solución permanente a la guerra en Gaza. Pero también espero que cuando lo hagan, las redes sociales no vuelvan a estar inundadas de desinformación y propaganda pro-Hamás que sugieran que los israelíes secuestrados fueron tratados bien por el grupo militante.